Spreading Fashion Innovation, Captivating People

El problema de los filtros en redes sociales

por Alejandra Pintos

A veces tengo el impulso de sacarme una selfie, abro la cámara, me pongo en pose, miro la pantalla y luego la bloqueo, sin tomar la foto. Siento que no estoy suficientemente linda como para ameritar ese registro, sobre todo si no llevo maquillaje.

En Instagram nadie tiene ni poros ni granitos o manchas. Y, si bien racionalmente sé que lo que vemos en el celular nada tiene que ver con la realidad, es difícil recordarlo cuando muchas de mis interacciones han migrado a la virtualidad. Hasta Zoom tiene una funcionalidad que te alisa la piel.

 

Los filtros surgieron como algo lúdico. Los había de perro y de abeja, de ojos grandes y voz aguda, de efectos psicodélicos y hasta de marcas (Flur Magazine tiene el suyo, por ejemplo, en donde podes jugar a ser cover de la revista). Esos son divertidos y le dan un giro diferente al contenido que solemos subir, es una excusa para experimentar.

Pero hay otros que son tan peligrosos como populares. Todos sabemos cuáles son: los que te borran los poros, afinan la nariz, agrandan los labios e, incluso, te cambian los ojos de color. Somos nosotros, pero mejores. Si las redes sociales nos estimulan a mostrar nuestra mejor versión, ¿cómo no verse tentado a usar un filtro que le otorga a todo un baño de perfección? Esa realidad distorsionada, esos espejos de colores, son los que comparamos con nuestra propia vida, compleja, multidimensional, cruda, palpable.

Para sorpresa de nadie, el estar expuesto a esa comparación constante pero irreal de las redes sociales no hace bien. Existen varios estudios que indican que todas las plataformas de redes sociales están asociadas en mayor o menor medida con ansiedad y depresión, especialmente aquellas más centradas en la imagen como son Instagram y Snapchat.

Incluso, se vio un aumento en las consultas a cirujanos plásticos, a los que acuden hombres y mujeres no con una foto de una celebridad, sino con su propia imagen “embellecida”. Tal es así que Facebook se comprometió a prohibir los efectos que se vean como cirugía plástica (como siempre dando respuestas a medias).

Preparando esta columna leí a un psicólogo que decía que editar las fotos “confirma la creencia de que tu cuerpo natural no es aceptable o suficientemente bueno”. Por eso, este profesional recomienda hacer lo que llama una “terapia de exposición” y dejar de alterar las imágenes —retocar la exposición o el color está bien, pero no alterar proporciones ni texturas—. Lo explica de la siguiente manera: “La idea es que si hacés algo contrario a lo que creés (en este caso es es que hay que estar perfecto en todas las fotos) tu cerebro tendrá un conflicto, al principio, pero luego generará un cambio positivo en la perspectiva”.

Volviendo a aquella sensación que me genera abrir la cámara del celular y ver mi propia imagen, sin nada que la altere, sé que lo que dice el psicólogo es verdad.

 

Deja una respuesta

Your email address will not be published.

*

Latest from Belleza

Go to Top