Chat de mamis 2021
A muchas mamás 2020 nos marcó por lo que significó acompañar la enseñanza virtual de nuestros hijos en pandemia. Quizá jugar a la maestra no se nos dio tan bien, pero puede que intentarlo nos haya servido de algo.
Son las 8 de la mañana y vas a la habitación de tu hija de 10. La despertás y acompañás todavía medio dormida a la cocina, le servís un vaso de leche y la peinás. Le ponés la computadora adelante y la ayudás a entrar al aula virtual.
—Prestá atención —decís y seguís de largo a tu propia computadora, que está a pocos metros en un escritorio y te permite trabajar y escuchar lo que pasa en la cocina al mismo tiempo.
Si sos mamá de un niño o niña en edad escolar, tal vez esta escena te suena familiar. Es una mañana del año escolar profundo, una de 2020, situación que puede que se repita aún con clases presenciales en 2021. Algunas instituciones educativas ya avanzaron con programas y propuestas, pero la dinámica exacta de cómo serán las escuelas abiertas con el correr de las semanas de otoño e invierno es todavía incierta.
¿Clases horario completo o parcial? ¿Sistema mixto, presencial y virtual? ¿Horarios y recreos especiales? ¿Burbujas? ¿De a cuántos? Las preguntas se suman y en los chats de mamis ya se hacen todas juntas.
Tal vez lo que podemos esperar es que al menos lo aprendido en 2020 sirva. Uruguay prevé el inicio del año escolar 2021 el 1 de marzo y según el gobierno la escuela abierta será prioritaria, pero siempre estará sujeta a la situación sanitaria.
O sea: una vez más la incertidumbre formará parte del decorado y a la paciencia la deberemos tener de nuevo de lado. Porque aunque se hable de “alta presencialidad” es probable que de una forma u otra, total o parcialmente, tengamos que volver a aplicar la pedagogía que nos salga en casa.
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Pero hagamos memoria, porque tal vez el calor y el verano nos nubla el recuerdo de cómo eran esas mañanas o esas tardes de clases virtuales del pasado año escolar.
Ya bien despierta, tu hija agarra un muñequito y lo muestra en cámara a sus compañeros. Todos se ríen. El maestro, amable y paciente, les dice que por favor guarden los muñequitos, que no se distraigan, que ya lo hablaron.
Vos, que tras meses de convivencia full time tenés los oídos entrenados en inteligencia doméstica, escuchás al maestro desde tu escritorio y movés tu silla de teletrabajo con ademán de empujón hacia atrás. La silla todavía se mueve cuando asomás la cabeza en la cocina y decís:
—Por favor. ¿Vas a prestar atención o no?
Más tarde te sentarás con tu hija a reforzar lo de sujeto y predicado y te sorprenderás de tu pericia para explicar y la de tu hija para captar. ¡Escucha! ¡Se lo sé explicar! ¡Entiende! Puede que no ocurra todas las veces, pero en ocasiones sí, sucede.
Es la alegría del aprendizaje. El detectar que dos fuerzas coexisten: la tuya por enseñar y la del otro u otra por aprender en sintonía con el proceso que inició el maestro a través de la pantalla.
Tengo dos hijas de 7 y 10 años. Con la más chica en 2020 me senté a diario. Atravesé sus mares de furia y vagancia, a veces bien, a veces mal. En una ocasión pedí ayuda a su maestra para que me orientara sobre cuál era la mejor manera de ayudar. Me respondió así:
—Yo te recomiendo que vayan observando hasta qué punto es necesario “pincharla” un poquito o hasta qué punto creen conveniente que, por ejemplo, no realice alguna de las tareas. Son ustedes los que van viendo cómo están anímicamente los chicos. El aprendizaje surge cuando hay una motivación, cuando estamos alegres, contentos, entonces es súper importante que ustedes como familia y sostén de su hija puedan ir administrando la cantidad de actividades en función de sus ganas de hacer.
